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viernes, 23 de mayo de 2008

Feo, muy, muy feo

FEO, muy FEO


Voy a contarles mi historia. No es una historia de amor ni
tiene un final feliz, pero es la única que tengo por haber
nacido así: FEO, muy FEO.

Cuando nací, el doctor fue a la sala de espera y le dijo a
mi padre: "Hicimos lo que pudimos...pero salió".

Mi mamá no sabía si quedarse conmigo o con la placenta.
Como era prematuro me metieron en una incubadora... con
vidrios polarizados.

Mi madre nunca me dio el pecho porque decía que solo me
quería como amigo.

Así que en vez de darme el pecho, me daba la espalda.
Es por eso que debo haber quedado petiso, tan petiso que
en lugar de ser enano, soy profundo.

De chico iba por los cuarteles para que me griten:
"¡alto!, ¡alto!".

Yo siempre fui muy peludo. A mi madre siempre le
preguntaban: "Señora, a su hijo ¿lo parió o lo tejió?".

Mi padre llevaba en su cartera la foto del niño que ya
venía en la cartera cuando la compró.

Pronto me di cuenta que mis padres me odiaban, pues mis
juguetes para la bañera eran un radio y un tostador eléctrico.

Una vez me perdí. Le pregunte al policía si creía que íbamos
a encontrar a mis padres. Me contesto: "No lo sé; hay un
montón de lugares donde se pudieron haber escondido".

Y para colmo era muy flaco, tan flaco que un día metí los
dedos en el enchufe y la electricidad erró la patada.

Era realmente flaco, para hacer sombra tenía que pasar dos
veces por el mismo lugar. Pero mi problema no era ser tan
flaco sino ser FEO. Mis padres tenían que atarme un trozo
de carne al cuello para que el perro jugara conmigo.

Si amigos, yo soy FEO, tan FEO que una vez me atropelló un
auto y quedé mejor.

Cuando me secuestraron, los secuestradores mandaron un dedo
mío a mis padres para pedir recompensa. Mi padre les contestó
que quería mas pruebas.

Yo creo que no pagaron el rescate porque en casa éramos muy
pobres. Para calentarnos en invierno, nos cagábamos a puteadas.
Mi madre en lugar de sacar la basura, la entraba.

Pero eso sí, a pesar de nuestra situación económica, somos
muy honrados. Mi padre era tan honrado que un día encontró
trabajo, y lo devolvió. Por eso tuve que trabajar desde chico.
Trabajé en una tienda de animales y la gente no paraba de
preguntarme cuanto costaba yo.

Un día llamo una chica a mi casa diciéndome: "Ven a mi casa
que no hay nadie". Cuando llegué no había nadie.

A mi mujer le gusta mucho hablar conmigo después del sexo.
El otro día me llamo a casa desde un motel.


El psiquiatra me dijo un día que yo estaba loco. Yo le dije que quería escuchar una segunda opinión. "De acuerdo; además
de loco es usted muy feo".

Una vez cuando me iba a suicidar tirándome desde la azotea de
un edificio de 50 pisos, mandaron a un cura a darme unas
palabras de aliento. Sus palabras fueron: "En sus marcas,
listos..."

El ultimo deseo de mi padre antes de morir era que me sentaraen sus piernas. Lo condenaron a la silla eléctrica.

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